jueves, 18 de septiembre de 2014

Enhorabuena por un record de la hora que espero no dure demasiado

51,115. Un bonito número, que si fuera el de un décimo de Lotería seguro que compraríamos. Pero sencillamente es el guarismo que representa el esfuerzo de un héroe, de un CICLISTA que no ha tenido otra ocurrencia que retirarse –y a los 43 años, en plena juventud- batiendo el record de la hora. Y esos 51 kilómetros y 115 metros son los que ha recorrido esta tarde Jens Voigt en el magnífico velódromo suizo de Grenchen.

Quien más, quien menos sabía que la oscura plusmarca de Ondrej Sosenka caería desde el momento en que la UCI abrió las puertas a la tecnología y a la lógica. Quien más, quien menos apuntaba los nombres clásicos de Cancellara, Wiggins, Phinney o Martin. Pero ha sido alguien más inesperado quien lo ha batido, con una locura, una bendita locura.

No ha sido una prestación galáctica –como podremos esperar de algunos de los antes mencionados- pero si brillantísima, sacrificadísima, curradísima. Y apreciadísima, dada la personalidad del alemán. Que incluso es algo mucho mejor, más humano, más cercano. Thejentsie no ha pasado apuros, pero ha tenido la famosa crisis de la media prueba que hacía temer que su record no estuviera muy por encima de los 50,500, un registro válido pero en una cifra más triste. Pero su último cuarto de hora ha sido espectacular –aunque esas diez veces que se ha puesto de pie encima de la bicicleta buscando una mejor postura me han puesto de los nervios- y poco a poco ha ido elevando el guarismo -a base de parciales de 17 raspado o incluso por debajo-, el décimo de Lotería, hasta ese 51,115 que entra en la tabla de récords por la puerta grande… aunque sinceramente espero que no dure demasiado.

Y no lo digo por el bueno de Voigt, sino porque este colofón a su carrera es al mismo tiempo la demostración de que el record de la hora merece la pena… y sigue siendo asequible, por lo que espero que entremos en una nueva etapa de duelos. Seguro que Cancellara tomará buena nota de toda la Trekxperiencia de hoy y se planteará el objetivo a corto o medio plazo. Pero también espero, deseo, que el desorientado Wiggins pueda marcarse un objetivo más en su regreso a los velódromos. Phinney, por el contrario, aún está en pleno crecimiento profesional, pero no le vendría mal algo de ‘publicidad’ a una carrera que no progresa tan adecuadamente como esperábamos. Y de Martin, que decir: es el más fuerte y si lo canaliza en los velódromos también huele a record. A súper record.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Historia de un maillot: De San Sebastián a Ponferrada

Creo que una de las pocas críticas a la selección española anunciada esta mañana por Javier Mínguez ha sido… el nuevo maillot. Y es que la comparación con la equipación lituana ha estado en la mente, y en la boca, de muchos. Claro que, entre 50 ó 60 naciones que compiten con cierta frecuencia en competiciones internacionales de carretera, no es extraño que haya alguna coincidencia.

Sin embargo, el rojigualdo que se estrenará en Ponferrada cumple con los dos requisitos que se deben exigir a la vestimenta nacional. Por un lado, visibilidad. Y es que recuerdo mis apuros en eventos como el Mundial de Copenhague para intentar distinguir el anterior maillot en el masivo pelotón a la hora de tomar fotos. Problema que también tenían los masajistas a la hora de avituallar, por cierto. Y, por otro, identificación nacional. Durante unos años, parecía que eso de ‘la roja’, de origen futbolero, se iba a extender a todos los equipos nacionales. Incluso en 2009 nuestra selección adoptó ese color de forma mayoritaria en el maillot… aunque todo se desvaneció y no ha podido mantenerse el rojo como símbolo patrio, a semejanza del ‘azurro’ italiano o el ‘oranje’ neerlandes. Y dado que este primer identificativo no ha cuajado, nada mejor que recurrir a los colores de la bandera, algo que no hace mucho tiempo se hizo, en el maillot de Londres 2012, claro precursor del neonato, y en cuyo diseño participé de una forma significativa, aunque creo que se podía haber mejorado aún más.

Y es que la historia del maillot nacional tiene bastante que contar. En mi primer Mundial, el ya lejano San Sebastián 1997, España todavía llevaba la uniformidad clásica que usaban muchos países: bandera nacional en el pecho sobre un color plano de fondo, en este caso un gris perla tirando a blanco. Pero un año más tarde, de la mano de Model Sports, se saltaba a una combinación extrañísima que recordaba a la que usaban en aquellos tiempos los germanos –maestros en cambiar de diseño de forma irracional, por otro lado-. No duró mucho, ya que en 1999, con Mavi, se estrenaba un bonito uniforme con el rojo, el amarillo y el blanco como colores básicos, y que se emplearía hasta 2001.

2002 significa la entrada de Santini como proveedor de la RFEC y el cambio de la equipación, aunque sin romper con la estética de años anteriores, manteniendo y potenciando la identidad y la diferenciación visual, con esos tonos como base del diseño.

Aprovechando el maillot olímpico de Atenas 2004, en 2005 se dio un cambio a la ropa de la selección, con una presencia mayoritaria del blanco y la franja de la bandera en los laterales. Personalmente, me gustaba más el anterior, aunque también éste resultaba muy visible. Eso sí, mejoró en 2008, el último año de Santini, al añadir algo más de amarillo en las mangas, con lo que se recuperaba esa imagen del periodo anterior.

Con una mayor presencia del rojo, combinado con el amarillo y sin apenas presencia del blanco, Líder cambio radicalmente el diseño en 2009, aunque la empresa del ex ciclista Pedro Muñoz solo estuvo un año como proveedor de la RFEC. Inverse tomó el testigo un año más tarde y ‘enrojizó’ más aún el maillot nacional, en un diseño bastante atractivo y único, aunque esa interesante propuesta desaparecería bruscamente con el rojinegro que ha estado presente desde 2011 hasta este final del año… y que da paso a una propuesta más moderna y que ojalá veamos en el podio de Ponferrada 2014.


martes, 2 de septiembre de 2014

Las bodas de plata de los Mundiales de BTT

Con la disputa del eliminator han comenzado hoy los Campeonatos del Mundo de BTT en Lillehammer y Hafjell (Noruega), en una edición que conmemora el 25 aniversario de la integración de esta disciplina en la UCI, lo que ocurrió en aquel lejano Mundial de Durango, en 1990.



Un Mundial que en poco o nada se parece a los actuales. En aquel entonces solo se disputaron cross country y descenso. Fue en 1999 cuando se añadió el team relay; un año más tarde, el dual slalom, que sería sustituido por el four cross en 2002, disciplina que también desaparecería de estos Mundiales hace un par de años –y que sobrevive aún de forma independiente, aunque mucho me temo que agonizando-, y que contempla desde 2012 el mencionado eliminator, otra modalidad que no termina de encontrar su sitio y que ya ha desaparecido del programa de la Copa del Mundo, aunque de momento se garantiza su presencia mundialista. ¿Hasta cuando?

En todo caso, en Noruega se disputa un Mundial muy completo, con siete ‘arco iris’ en juego en XCO y cuatro en DH, todos ellos en el BikePark de Hafjell, más los dos de XCE y los seis de trial –disciplina que no es BTT pero con la que comparte Mundial desde 2000- en la ciudad olímpica noruega.

En estos 25 años, los Mundiales han visitado catorce países, entre ellos España, concretamente Sierra Nevada en junio de 2000, y cuatro continentes, quedando solo por visitar Asia. En este sentido, solo el BMX y la pista –aunque no en su nuevo formato invernal élte- son las únicas disciplina ciclistas que ha visitado los cinco continentes en su máxima expresión de un Mundial.

Vail (Estados Unidos), en 1994 y en aquel fatídico 2001, y Mont Sainte Anne (Canadá), en 1998 y 2010, han sido las únicas sedes que han repetido, aunque Cairns (Australia) lo hará en 2017 tras haberlo hecho en 1996, en un escenario que marcó –y creo que marcará- la carrera de José Antonio Hermida.

Precisamente el de Puigcerdá es el español más laureado en los Mundiales, con tres títulos individuales –y curiosamente el único biker que los tiene en tres categorías diferentes como junior, sub23 y élite, este último en 2010- y los otros tres logrados por España por equipos, seguido de Marga Fullana, con tres arco iris individuales, siempre élites, y dos en el ‘team relay’, en 1999 y 2000. Rafa Alvarez de Lara completa el palmarés de campeones, con ese histórico triunfo en 4X en Val di Sole 2008 que tuve la suerte de compartir, mientras que el resto de ‘arco iris’ españoles lo han sido en su condición de miembros del relevo: Roberto Lezaun, por partida doble, Carlos Coloma, el llorado Iñaki Lejarreta, Rubén Ruzafa, Oliver Avilés y Rocío Gamonal.

Volviendo a la historia de los Mundiales, reseñar ese extraño 2012, cuando DH y XCO se separaron en dos sedes (y semanas diferentes), en Leogang y Saafelden, respectivamente, aunque más drástica será la separación en 2016, con dos escenarios –y países- diferentes. De esta forma, las pruebas de cross country se disputarán en Nove Mesto Na Morave (Chequia), mientras que las de descenso y trial tendrán lugar en Val di Sole. ¿Será una excepción o tendencia para años próximos?



Pero hasta que lleguen esos Campeonatos, tendremos ocasión de vibrar con lo que sucede estos días en Noruega y, sobre todo, en 2015 cuando los Mundiales vuelvan a la península, a la vecina Andorra y su joya de Vallnord, en un evento en el que los amigos de Ocisport garantizan el éxito más rotundo. Y que espero poder compartir, como hice desde 2003 hasta 2008.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Un arco iris ciclista con sólo cinco colores (21 días para el primero de Ponferrada)

Dentro de exactamente tres semanas, aproximadamente a esta misma hora, se estará entregando el primero de los diez maillots de campeón del mundo, el correspondiente a la ganadora de la contrarreloj individual juvenil. No, no me equivoco: los Mundiales de Ponferrada habrán comenzado un día antes, el domingo 21, con las contrarrelojes por equipos, femenina y masculina. Sin embargo, esta cronometrada es la única prueba del programa de los Campeonatos del Mundo de la UCI, en cualquier disciplina, que no tiene la recompensa del popular maillot arco iris: sus ganadores solo reciben las habituales medallas y el derecho a llevar una inscripción en sus maillots hasta el próximo Mundial.

Mucho menos exacta es la denominación de maillot arco iris, por mucho que sea la que se utiliza en cualquier idioma: maillot arc-en-ciel, maglia iridata, rainbow jersey… Y no lo es porque los siete colores del arco iris se convierten en solo cinco y con la aparición de un inesperado e intruso negro. Claro que esto ha sido siempre así, desde que se estableció en 1927, como premio al ganador al Mundial de carretera de aquella edición, el italiano Alfredo Binda. Pero tiene su lógica, ya que los colores utilizados en la franja central de aquella prenda sobre un fondo blanco son, de arriba abajo, azul, rojo, negro, amarillo y verde, los mismos que se utilizan en los aros olímpicos, representando cada uno a los cinco continentes. Son también –cambiando el negro por el blanco y en un orden distinto- los colores identificativos de la licencia ciclista en cualquier país del mundo, que cambian anualmente.

Desde aquel lejano 1927, el ‘arco iris’ fue extendiéndose a las distintas disciplinas y modalidades ciclistas. Sin embargo debemos destacar dos fechas fundamentales: una, en 1994 cuando Santini comenzó a fabricar y comercializar la prenda, precisamente el año en que se estableció el Mundial contra el crono; dos, en 1996, cuando la UCI decidió incluir un elemento identificativo según la modalidad. Así, tenemos el cronometro sobre las cinco bandas en el caso de las contrarrelojes, la curva a modo de peralte en los de pista y todas las variantes que vemos en la imagen adjunta. Por aquel entonces se decidió atribuir también el ‘arco iris’ a los campeones del mundo masters, pero con un diseño distinto, sobre fondo azul.

En Ponferrada, como hemos dicho, serán diez los maillots en juego, cinco con el diseño tradicional para los ganadores de los Mundiales en línea y otros tantos con la variante contrarreloj. Más maillots que en los de Campeonatos de ciclocross –cuatro, con esa imperdonable ausencia de la categoría junior femenina-, que en los de trial o ciclismo en sala –seis en ambos casos- o los de BMX –ocho, tras la introducción de la superfinal como Campeonato diferenciado-. Pero menos que en BTT, que reparte un total de diecisiete entre cross country, eliminator, descenso, four cross y maratón, o pista, que suman 19 para élites y otros tantos para juniors, Mundiales que se celebran de forma separada, la única disciplina en la que sucede.

Claro que la palma se la lleva el ciclismo adaptado, con 28 para pista y 57 en carretera, disciplina que no tiene distintivo propio, por lo que cualquier campeón del mundo paraciclista en carretera usará el mismo maillot que el que lucirá –hasta el próximo 27 de septiembre- Rui Costa. O que no haya diferencias entre los que llevan David Muntaner y Albert Torres desde Cali, y el que ganó Alfonso Cabello en Aguascalientes.

Por lo demás, es curioso señalar que el campeón del mundo tiene derecho a usar el ‘arco iris’ no desde el día que lo gana, sino en la víspera, con un diseño personalizado con sus propios patrocinadores que debe recibir el visto bueno de la UCI, y que las multas por un mal uso del mismo ascienden a la friolera de 10.000 euros. El arco iris se puede extender a otros elementos materiales del campeón, tanto de la vestimenta (casco, culotte…) como a la propia bicicleta, pero el máximo organismo internacional es muy restrictivo e intolerante con respecto al uso de las ‘cinco franjas’ por parte de quienes no tienen derecho a hacerlo.

Y no deja de ser significativo que en cualquier carrera por etapas, el maillot de líder de cualquiera de las clasificaciones tenga prioridad de uso sobre el que acredita al mejor ciclista del mundo. Y no hablo de maillot jaune o la maglia rosa, sino del simple jersey de líder de la combinada o las metas volantes, por ejemplo, en cualquier vuelta menor. Tampoco lo puede usar cuando compita en una disciplina distinta a aquella en la que lo haya conseguido.

Eso sí, el campeón del mundo tiene el derecho a usar de por vida las cinco franjas en el cuello y las mangas de sus futuros maillots, tanto de su equipo, como de su selección… incluso cuando compita en otras disciplinas por distintas que fueren.