miércoles, 23 de abril de 2014

María, estoy pensando en dejar de coger el coche…

-“¿Sabes María? Estoy pensando dejar de coger el coche para ir al trabajo”.
- “¿Y eso?”, contestó su pareja en un tono que dejaba bien a las claras la sorpresa, por no decir la indignación, que le producían estas palabras.
- “Hay muchos compañeros que ya van andando…”
- “Sí, claro, pero no viven tan lejos como tú. ¡Veinte minutos andando! Vas a llegar muy cansado, por no hablar de la peste a sudor que vas a dejar…”
- “¡Que exagerada eres! Además, creo que es un buen momento para cambiar”.
- “¿Por qué dices eso, por esa moda tonta de hacer deporte por salud?”, con la mosca detrás de la oreja.
- “No, porque el mono ignífugo que uso en el coche está para tirar. Y gastarme ahora mil euros en uno nuevo…”
- “¡Y eso lo dices ahora!, después de haberte dejado una pasta hace un mes en la ropa interior antiinflamable, en los guantes… Además, si vas andando te tendrás que comprar ropa adecuada, ¿no? No pensarás ir por la calle con el traje que luego vas a usar en la oficina”.
- “Yo había pensado…”
- “Unas zapatillas, por lo menos, te costarán de ochenta a cien euros. Dos o tres camisetas de running, unos pantalones cortos... O unas mallas si hace peor. Claro, que el casco de Ferrari ese que usas ahora en el coche lo podrás aprovechar”.
- “Pero mujer, ¿dónde voy yo con eso en la cabeza?”
- “¿Qué te crees, que no te puedes tropezar y partirte la crisma? Ah, y no te olvides del chaleco reflectante, aunque de momento usa el que llevas en el maletero”.
- “¡Te has vuelto loca, María!” 

Pues sí, las afirmaciones de María parecen ser de lo más absurdo y de lo más kafkiano, ya que se refieren a un simple ‘andarín’ callejero. Pero si cambiamos a  nuestro paseante por cualquier ciclista urbano, la ficción no está tan lejos de la realidad, a tenor de las declaraciones e intenciones de otra María, que, desde el organismo que dirige, está más preocupada de que los ciclistas lleven un equipamiento de seguridad (casco, obligatorio hasta los 16 años, y recomendables elementos como el chaleco reflectante, las abrazaderas de los pantalones, las gafas, las zapatillas…), que en propiciar una situación de seguridad en la práctica que haga innecesaria toda esta parafernalia… independientemente de las normas que cada uno se autoimponga.

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