lunes, 28 de abril de 2014

¿Somos demasiados injustos o rigurosos con Valverde?

Con la disputa ayer de la Liega-Bastoña-Lieja se daba por finalizada la primera parte de la temporada, aunque la vida siga con otras competiciones que nos conducen al ya inminente Giro de Italia. Y entre los más destacados de este ‘tercio’, sin duda el nombre de Alejandro Valverde, que ha completado esta primera parte de su calendario con ocho triunfos, siendo el corredor más laureado de lo que llevamos de campaña.

En su haber, una prueba de máximo prestigio como la Flecha Valona, otra carrera internacional al alza, la Roma Máxima –con ‘panache’ incluido-, una vuelta por etapas, adornada por tres triunfos parciales, Andalucía, y dos clásicas españolas, Murcia y Miguel Indurain. Pero, además, segundo puesto en la LBL, cuarto en la Amstel –lo que le ha llevado a ser el más regular en ese pésimamente llamado ‘Tríptico de las Árdenas- o tercero en Strade Bianche.

Sin embargo, en estos primeros meses, Valverde ha sido más protagonista en los medios por lo que no ha podido llegar a hacer que por lo que realmente ha hecho. Vaya por delante mi opinión, tampoco demasiado original, de que el murciano ha dejado demasiadas ‘balas’ en su camino por brillar en el Tour de Francia –la Vuelta a España es otra historia, no me vale como comparación-, desaprovechando la ocasión de haberse labrado un palmarés impresionante en las clásicas. Incluso en algunas como las de pavés que no le hubieran ido mal, visto su ‘aprendizaje’ en este 2014. Pero también mi admiración por Alejandro, un corredor completo donde los haya y cuyo principal fallo no es la cabeza, como algunos critican –aunque en ocasiones haya sido verdad-, sino el corazón: es demasiado bueno, a veces le falta mala leche, instinto asesino. ¡Y eso que pisa el podio con frecuencia!

Comparto las críticas que se le hicieron camino de Siena, donde pudo hacer mucho más que ese tercer puesto, por mucho podio que signifique. ¿Pero realmente se le puede reprobar por el cuarto lugar en Valkemburg o el segundo en Lieja? Todos queremos más… pero ¿no será que somos demasiado injustos o rigurosos con él?

Por otro lado, también le han caído palos por estar presente con demasiada frecuencia en las carreteras españolas renunciando a competiciones internacionales. Personalmente, yo no hubiera renunciado a la San Remo, incluso tras haber visto el desenlace, pero su simple presencia -y ya no digo en el podio- en Andalucía, Murcia o Estella, por ejemplo, es mucho más importante para el ciclismo español que correr otras pruebas secundarias –incluso alguna ProTour más de nombre que de otra cosa- en el extranjero. Que nadie se le olvide este ‘detalle’ del murciano con los organizadores españoles que tantas penurias pasan y que otras de nuestras figuras no muestran. Y algo que se dejará sentir en los próximos años si culmina la reforma del World Tour en los términos temidos.

domingo, 27 de abril de 2014

Cairns: donde todo empezó, hasta donde todo llegará

No he podido encontrar cuál fue el día exacto, durante el mes septiembre de 1996. El lugar, Cairns, una de las ‘capitales’ turísticas de Queensland, Australia, por su clima tropical y por su cercanía a la Gran Barrera de Coral. Y en aquel año, la capital mundial del entonces naciente BTT. El protagonista, claro está, un entonces jovencísimo y desconocido José Antonio Hermida Ramos, que lograba el ‘arco iris’ junior, el primer título de la historia del mountain bike español.

“Fue como ganar la lotería para mí, aunque no fuese fácil, ya que hubo mucho esfuerzo detrás”, comentaba el de Puigcerdá. Incluso algo de suerte, ya que el francés Michael Reynaud se equivocaba al esprintar en una pancarta antes de la de meta, aunque quien sabe que hubiera sucedido en caso contrario, ya que Hermida siempre ha sido capaz de lo mejor en los grandes momentos.

Dieciocho años después, con 35 primaveras en el DNI, Hermida ha vuelto a Cairns, sede este fin de semana de abril de la segunda manga de la Copa del Mundo. Y ha terminado en quinta posición demostrando que eso de la edad es algo secundario. Y en esto del BTT, un quinto puesto también es podio, que no se nos olvide.

Durante estos días, Hermida ha tenido “muchos recuerdos, ya que era mi primera competición a este nivel, mi primera participación con la selección. Incluso la primera vez que volaba en avión. Todo era nuevo para mí y en estos días me he acordado de muchas cosas. Pero quizá la más curiosa es que estaba bañándome en la piscina del hotel tres horas antes de comenzar. Imáginate cómo estaba de nervioso…”

Las comparaciones, lógicamente, son difíciles. “Estamos hablando de casi veinte años. Aquel circuito era mucho más selvático; ahora es más artificial porque también ha llegado el ‘boom’ del ladrillo. Pero a pesar de que es un circuito de nueva construcción, tiene un estilo muy retro, muy natural, que mantiene la esencia y filosofía del cross country. Y sobre todo, es bastante más corto que el de 1996, ya que en aquel entonces eran competiciones más largas”.

Tampoco son muchos los que, como Hermida, vivieron aquel Mundial de 1996 y esta Copa del Mundo de 2014. “Creo que corriendo solamente Peat y yo, aunque hay muchos que están en el paddock, como mánagers de equipos, entrenadores, en el personal de organziación. También el diseñador de aquel circuito y el de este es el mismo”. Incluso en aquel Campeonato hubo un bronce sub23 que no necesita presentación, aunque ahora esté vinculado a otra disciplina, un tal Cadel Evans, también de rabiosa actualidad estos días.

Un recorrido que a Hermida le ha gustado, independientemente del buen resultado logrado. “La verdad es que es un circuito muy bien diseñado y muy actual”. Un recorrido que se ha estrenado este año, pero que tendrá su punto culminante en el Mundial de 2017, que se celebrará en esta localidad australiana. “Creo que es muy buena decisión por parte de la UCI  y más el hecho de saber que se celebrarán las copas el mundo hasta ese 2017. De esta manera siempre podrán hacer tests y modificaciones para tenerlo todo perfecto dentro de tres años”.

Y evidentemente, la cuestión surge por si sola. ¿Estará Hermida en ese Campeonato, aunque tenga 39 años? “Es un poco pronto para pensarlo y ahora prefiero ir poco a poco aunque el tiempo pasa rápido. Solo hay que ver que mi currículo comenzó a escribirse en 1996…”

Se admiten apuestas, pero sinceramente no me extrañaría que aguantase –como poco- hasta ese Cairns 2017. 

PD: Tampoco he podido encontrar una foto de aquel Mundial. Las que acompañan este post corresponden a Sierra Nevada 2000, donde logró su tercer y cuarto arcoiris de su carrera, aún como sub23, y a la mencionada Copa del Mundo de Cairns.

miércoles, 23 de abril de 2014

María, estoy pensando en dejar de coger el coche…

-“¿Sabes María? Estoy pensando dejar de coger el coche para ir al trabajo”.
- “¿Y eso?”, contestó su pareja en un tono que dejaba bien a las claras la sorpresa, por no decir la indignación, que le producían estas palabras.
- “Hay muchos compañeros que ya van andando…”
- “Sí, claro, pero no viven tan lejos como tú. ¡Veinte minutos andando! Vas a llegar muy cansado, por no hablar de la peste a sudor que vas a dejar…”
- “¡Que exagerada eres! Además, creo que es un buen momento para cambiar”.
- “¿Por qué dices eso, por esa moda tonta de hacer deporte por salud?”, con la mosca detrás de la oreja.
- “No, porque el mono ignífugo que uso en el coche está para tirar. Y gastarme ahora mil euros en uno nuevo…”
- “¡Y eso lo dices ahora!, después de haberte dejado una pasta hace un mes en la ropa interior antiinflamable, en los guantes… Además, si vas andando te tendrás que comprar ropa adecuada, ¿no? No pensarás ir por la calle con el traje que luego vas a usar en la oficina”.
- “Yo había pensado…”
- “Unas zapatillas, por lo menos, te costarán de ochenta a cien euros. Dos o tres camisetas de running, unos pantalones cortos... O unas mallas si hace peor. Claro, que el casco de Ferrari ese que usas ahora en el coche lo podrás aprovechar”.
- “Pero mujer, ¿dónde voy yo con eso en la cabeza?”
- “¿Qué te crees, que no te puedes tropezar y partirte la crisma? Ah, y no te olvides del chaleco reflectante, aunque de momento usa el que llevas en el maletero”.
- “¡Te has vuelto loca, María!” 

Pues sí, las afirmaciones de María parecen ser de lo más absurdo y de lo más kafkiano, ya que se refieren a un simple ‘andarín’ callejero. Pero si cambiamos a  nuestro paseante por cualquier ciclista urbano, la ficción no está tan lejos de la realidad, a tenor de las declaraciones e intenciones de otra María, que, desde el organismo que dirige, está más preocupada de que los ciclistas lleven un equipamiento de seguridad (casco, obligatorio hasta los 16 años, y recomendables elementos como el chaleco reflectante, las abrazaderas de los pantalones, las gafas, las zapatillas…), que en propiciar una situación de seguridad en la práctica que haga innecesaria toda esta parafernalia… independientemente de las normas que cada uno se autoimponga.

lunes, 21 de abril de 2014

Llega la verdadera semana ardenesa

Ahora sí. Terminada la Amstel Gold Race, que tiene poco de ardenesa geográficamente hablando por mucho que interese agruparla desde el punto de vista deportivo, llega la verdadera ‘Semana Ardenesa’, con Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja: los nombres de ambas ciudades se pueden castellanizar, por lo que eso de Bastogne me chirría, aunque me hartaré de verlo mal escrito en los próximos días. Dos carreras muy distintas aunque íntimamente ligadas, que incluso llegaron a disputarse durante algunos años en un mismo fin de semana y una clasificación conjunta, en lo que se conoció como ‘Weekend Ardennais’.

La LBL es conocida como la ‘Doyenne’, la Decana, es decir como la clásica más antigua del mundo, ya que su primera edición se celebró en 1892, si bien desde 1985 hasta 1907 no se disputó por lo que el mérito de su antigüedad puede verse afectado. La Primera Guerra Mundial también obligó a un parón, de 1914 a 1918 –los años en que nacía y crecía la gran rival flamenca,De Ronde-, lo mismo que la Segunda (1940 a 42 y 1944), por lo que la presente edición será la del Centenario.

Curiosamente la LBL nació como un test para una prueba mucho más ambiciosa, la Lieja-París-Lieja, un maratón de más de 800 kilómetros… que jamás llegó a celebrarse.

Las dos ciudades siempre han marcado el desarrollo de esta prueba… salvo en 1972 cuando la prueba finalizó en Verviers. Sin embargo, desde 1992 la prueba no finaliza en la misma capital valona sino en Ans, en la periferia de Lieja, a unos diez kilómetros. Y es que fue por entonces cuando ASO se hizo cargo de la carrera cambiando el recorrido, que tiene cotas como Saint Roch, La Redoute, La Roche-aux-Faucons o Saint-Nicolas como puntos principales, los que le imprimen el carácter de la clásica más montañosa, esa que ya tiene Alejandro Valverde por partida doble en su palmarés –es el único español que la ha ganado, en 2006 y 2008- y con la que sueña ‘Purito’ Rodríguez como la gran guinda de su carrera deportiva, más aún que el propio Mundial.

Por su parte, la Flecha comenzó a disputarse en los años treinta, concretamente en 1936, en esa vieja tradición periodística de organizar pruebas ciclistas. Fue Albert Van Laethem, con ‘Les Sports’, quien gestó una carrera que pretendía unir los dos puntos más alejados de la Valonia francófona, en concreto Tournai y Lieja, aunque ese recorrido ha cambiado en muchísimas, en demasiadas ocasiones. A diferencia de su hermana mayor, tan sólo tiene un año de ausencia, 1940.

En 1983 se estableció la meta en el Muro de Huy –una cota de 1,2 kilómetros con porcentajes que llegan hasta el 22%-, lo que le ha impreso un carácter definitivo a la prueba, aunque algunos consideran que esta llegada tan selectiva marca demasiado el desarrollo de la prueba. Por cierto, Huy se sube dos veces en medio del recorrido, sin que influya, tácticamente hablando. Sin embargo, no se ha consolidado un punto de salida: de 1983 a 1997 también comenzó a disputarse en Huy, salvo en 1986 y 1987, que soltó amarras desde Spa. En 1998 se optó por Charleroi que ya parecía definitivamente consolidada… hasta que el año pasado se trasladó la salida a Binche y este año se estrenará Bastoña. Como la LBL también cayó en el ‘saco’ de ASO, en 1993.

A pesar de la diferencia en su origen, desde la posguerra el destino de las dos pruebas ha estado bastante ligado, al incluirse ambas en la Challenge Desgranges-Colombo, la clasificación mundial oficiosa. Fue entonces cuando el palmarés de las dos pruebas –que en el caso de la ‘Doyenne’ solo conocía nombres secundarios y en el de la Flecha, apenas existía- comenzó a engrandecerse. Desde 1950 hasta 1964 se estableció esa clasificación conjunta, el ‘Weekend Ardennais’, destacando al suizo Ferdi Kubler, en 1951 y 1952 y al belga Stan Ockers como ganadores de ambas pruebas.

Eddy Merckx, recordman de victorias en Lieja, con cinco triunfos, también ganó las dos pruebas el mismo año, 1972, lo mismo que Moreno Argentin (1991), Davide Rebellin (2004) y nuestro Valverde (2006). Claro que en estos últimos años las dos pruebas ya no se disputaban juntas, sino como actualmente: la Flecha, en miércoles, la ‘Decana’, el domingo. Y es que con la creación de la Copa del Mundo, tan solo la LBL permaneció en la ‘elite’, aunque con el nacimiento del ProTour en 2005 ambas volvieron a coincidir en la máxima categoría mundial.

El ‘Canibal’ es el rey de la LBL, pero posiblemente Bernard Hinault haya sido el protagonista de la mayor hazaña de la carrera en sus tiempos modernos: en una edición durísima por la climatología extrema, el ‘Tejón’ fue capaz de sobreponerse a todos para terminar ganando con una diferencia de casi diez minutos. Curiosamente el palmarés de la Flecha está mucho más repartido y solo tiene tres triganadores –Merckx, Marcel Kint y Moreno Argentin-, y aparte de Valverde, cuenta en su palmarés con otros tres españoles: Igor Astarloa (2003), ‘Purito’ (2012) y Dani Moreno (2013).

Las dos pruebas tienen también sus carreras B: en el caso de la Flecha Valona el mismo miércoles se disputa la prueba femenina –nacida en 1998- como prólogo de la carrera élite e incluida en la Copa del Mundo; la Lieja tiene una versión ‘espoirs’ para corredores sub23 que se celebró el pasado sábado con presencia del Baqué-Campos vasco. Una vez más, una excelente promoción que echamos en falta en España.

Y para no olvidarnos de la Amstel Gold Race, indicar que en 2011 el belga Phiippe Gilbert logró un histórico triplete en las tres pruebas llamadas ardenesas, aunque en realidad fue un ‘poker’, ya que también se impuso en la Flecha Brabanzona, una carrera post-adoquines que también se podría incluir en este grupo. Por cierto, en 2014 ha empezado igual…

PD: Terminado el 'post' leo que se acaba de editar un libro con la historia de las dos carreras. Caerá, seguro.

jueves, 17 de abril de 2014

¿Por qué vamos en bici?

“¿Por qué vamos en bici?” Es la pregunta principal que se plantea Pedro Bravo en su libro ‘Biciosos’, un ensayo que tiene a la bicicleta como única protagonista, y que se presentó en Madrid la semana pasada en ese referente que aúna ciclismo y literatura que comienza a ser ‘Tipos Infames’.

Como se autopresenta en la solapa, Pedro Bravo (Madrid, 1972) “es un tipo que hace cosas: agitación cultural, empresa social, periodismo y hasta literatura (La opción B). Entre unas y otras se mueve en bici porque le parece lo más natural, porque le divierte y porque le hace feliz”.

Por ello, ha escrito este libro en el que en 224 páginas se plantea treinta preguntas “que te haces cuando vas a pedales” relacionadas con la bicicleta como medio de transporte y locomoción. De esta manera, de las primeras cuestiones ¿qué es esto? o “¿qué es una bicicleta?”, pasa a “¿es la bici una moda?” o “¿es la bici el futuro de la movilidad?”, antes de entrar en la pregunta del millón, “¿montar en bici es peligroso?”, y el debate del casco, para cuestionarse las relaciones de odio entre ciclistas, automovilistas y peatones, y terminar con aspectos sobre la bicicleta en China o Países Bajos, no sin antes lanzar un curioso “aparte de atropellar a mi alcalde, ¿puedo hacer algo más para conseguir políticas a favor de la bici?”.

Todo esto y mucho más para los amantes de la bici urbana, en una publicación que cubre un importante hueco que ojalá, y que cuando termine de leerla os comentaré las aportaciones a esta dinámica imparable que, desgraciadamente, no depende solo de los ‘biciosos’.

De todas formas, como dice Bravo en esta entrevista en ‘El Diario’, "Está muy bien hablar sobre bicis y hasta escribir sobre bicis, pero es muchísimo mejor montar en bici".

lunes, 14 de abril de 2014

Un día en Roubaix… dos horas antes

No es más que un pequeño camión que abierto se transforma en un digno escenario para la presentación de equipos, se las 19 selecciones que toman parte con seis ilusionados ciclistas cada una. Una megafonía aceptable para un ‘speaker’ que, sin ser Guajardo, nos da cumplida información de lo que va a ser la prueba y de sus 113 protagonistas. Unas cuantas vallas que separan el ‘parking’ de la zona de salida –que por cierto no es más que una banderola de las de antaño-, donde se situarán los corredores tras el reglamentario control de desarrollos.

Un escenario sencillo, tirando a modesto. No nos olvidemos que se trata de una carrera juvenil, aunque pertenezca a la Copa de las Naciones UCI. Pero en el ambiente hay una sensación especial. ¿Nervios? ¿Ilusión? ¿Incertidumbre? ¿Miedo escénico? Un poco de todo, sobre todo para los españoles, para los que es una auténtica novedad: ninguno ha corrido jamás en una prueba similar. Alguno comenta, medio en broma, medio en serio, que se ha entrenado subiendo bordillos y rodando por aceras… Tampoco hay demasiado publico en la plaza mayor de Saint Amand les Eaux.

Las bicicletas de los españoles contrastan con la de algunas selecciones más potentes, que optan por salir con cuadros de ciclocross. Un mecánico polaco bromea acerca de la pequeña talla de alguna de las máquinas, hablando de que no es una carrera de infantiles. Podría hablarle del tópico de que si no crecen más es porque les pesan los coj… pero prefiero evitarlo ya que no había malicia en sus palabras. Y, en definitiva, será la carretera la que hable. Pese a que ha caído alguna gota traicionera, pronto despeja y queda claro que tendremos una edición de sudor y polvo, no de agua y barro. Del mal, el menos.

Dos carreras en un mismo escenario

Tardamos 23 kilómetros –de nervios, de tensión por colocarse, de látigos y a un ritmo de locura que no permite ni una escapada- para que nuestra aparentemente modesta prueba juvenil se transforme en una carrera distinta, en la más grande, justo al empalmar con el recorrido profesional de la París-Roubaix, que tampoco ha salido de París sino de Compiegne. Serán 87 kilómetros comunes, con 16 tramos de pavés que suman 28,9 kilómetros, por los que los juniors transitarán dos horas antes que los pro, lo que hará que los que se descuelguen tengan que dejar la carrera obligatoriamente subiendo al coche escoba, por muchas ganas que tengan de terminar en el velódromo de Roubaix… aunque sea con una minutada perdida. Por cierto, la diferencia entre los dos pelotones era antes mayor, pero se ha reducido debido a la crisis económica para tener que pagar menos a la policía, según me comenta @damienthemaster, al que tuve la ocasión de conocer personalmente en la salida.
 
Un inciso: La sincronización de ambas pruebas demuestra que, cuando hay una carrera con una notable imagen de marca -y con ganas de hacer ciclismo, en mayúsculas- puede acoger en el mismo escenario a pruebas de otras categorías, protegidas por la hermana mayor y que salen adelante precisamente por esta simbiosis. ¿Cuándo se predicará con el ejemplo en España, por el bien del ciclismo femenino o el juvenil?

Pero el momento de la verdad, el de la absoluta transformación, llega en Hornaig, cuando empieza el primero de los tramos adoquinados. Es sólo un ‘tres estrellas’, pero largo, de 3.700 metros, para que se vayan acostumbrando a lo que les espera. Todos quieren entrar los primeros. Hay alguna montonera. Pero sobre todo hay muchos cortes a causa de los ciclistas con menos pericia que van cayendo hacia atrás y llevándose con ellos a algunos otros que han tenido escasa fortuna en su colocación. Al final del mismo, el pelotón tiene cuarenta unidades menos que cuando comenzó, eso sí, con los seis españoles.

Desde el coche de Momparler, los nervios del ‘debut’ también afloran en mi persona. Ni aún habiendo visto cientos de veces las imágenes de televisión puedes imaginar lo que es la realidad del traqueteo infernal del ‘pavés’, el polvo que se levanta, los frenazos y arrancadas violentas de los coches seguidores, cuyos bajos sufren algún golpetazo que verdaderamente asusta; las caídas, incluso a las acequias contiguas, los pinchazos, con esa imagen típica y tópica del corredor con la rueda en la mano levantada esperando una eternidad, a veces irremediable, a que llegue la asistencia técnica.

Aparece el gentío

En esos momentos entiendes por qué las calles de Saint Amand les Eaux estaban casi vacías, a tenor de la gran cantidad de público que se agolpa en esos tramos. Y eso que aún faltan un par de horas para la llegada de Boonen, Cancellara y compañía. Los más expertos pueden contemplar dos o tres pasos distintos si disponen de un buen mapa… de los caminos y de la suerte de que ninguna barrera les impida el paso. Pero la mayoría se conforma con elegir un buen emplazamiento y no moverse de él en cuatro o cinco horas.

Hace unos años, me cuenta @damienthemaster, se montó una discoteca junto al tramo de el Carrefour de l'Arbre que funcionó desde algunos días antes… y que convirtió a los aficionados en borrachos que incluso escupieron a algunos ciclistas. Ni que decir tiene que el inventó no volvió a repetirse, que la única fiesta es la deportiva, aunque no sea extraño ver algún que otro chiringuito… y varias decenas de aficionados disfrazados de las más extrañas guisas cuyos atuendos de cerdos, de monjes o similares nos hacen compadecernos de ellos más que de los ciclistas.

Vamos superando tramos –que están numerados en orden decreciente, como las curvas de Alpe d’Huez-, cada vez con más aficionados, sobre todos los catalogados con cuatro o cinco estrellas, pero con menos ciclistas. Fernando Barceló rompe la cadena y se cae, en la primera de sus múltiples desventuras; Ángel Fuentes también sufre otro percance y la llamada desde radio vuelta nos permite seguir un tramo de pavés desde detrás del coche del presidente del Jurado, en una experiencia que jamás olvidaré; Alfonso Gutiérrez -el chaval que descubrió el deporte de su padre cuando se entrenaba para ser futbolista, dejando de manera definitiva el balón por la bici- también lo pasa mal. Lo mismo que el nervioso Xavier Cañellas, que sufre varios pinchazos.

El toledano Miguel Angel Alcaide pierde en alguno de los botes no solo los bidones, sino que ve como se le afloja el sillín, perdiendo contacto con el grupo principal, en el que solo queda como un valiente Jaume Sureda, que aguanta hasta casi el final, hasta ese mítico Carrefour de l’Arbre, en el que destacan casi más la gran cantidad de caravanas que los propios adoquines. De allí sale una quincena de ciclistas que se jugarán la carrera.

Roubaix se acerca y por delante, una ya nada velada lucha entre franceses y daneses, las dos selecciones más fuertes una vez que muriese el ataque lejano del valiente Filippo Ganna o que Noruega perdiese a su mejor hombre, al que intentarían hacer llegar –con éxito, pero con mucho esfuerzo- tres de sus compañeros. Y es que puede ser verdad que la suerte está con los campeones, pero puede no haber suficientes sonrisas para todos.

¿Y los profesionales?

En el velódromo, cuyo único valor es sentimental, ya que hay otro contiguo cubierto, mucho más funcional, Magnus Bak Klaris remata su escapada final con la tercera victoria consecutiva danesa, adornada esta vez con el doblete gracias a su compañero Casper Pedersen. Sureda llega a algo más de un minuto, contento tras una actuación tan digna como prometedora… pero también lo hacen en bicicleta Barceló y Alcaide, derrotando a la ‘barredora’ del coche escoba que solo entiende que por detrás llegan los pros y que hay que limpiar la carretera aunque sea de chavales cuya única ilusión es llegar a la meta, incluso fuera de control. Han tenido suerte… algo que le sobrará en este viaje al toledano, aunque esa sea otra historia. Los dos felices, sudorosos, tremendamente cansados de una experiencia que no han conocido ni por asomo en España… y que no dudarán en repetir. En los furgones arriban los otros tres españoles, con ese mismo sentimiento, aunque Fuentes se lamenta de que no se ha encontrado en ningún momento: una lástima ya que su enorme planta hacía pensar en él como el mejor candidato a pasar los adoquines. Por cierto, Alfonso Gutiérrez no se volverá al fútbol tras la experiencia.. aunque terminase perdiendo hasta su propia identidad.

Ya va siendo hora de recogernos, de pensar en el viaje de vuelta hacia el Charles de Gaulle y hacia España. No he visto a ni un solo ciclista pro, ya que el velódromo es un caos ordenado y diferenciado entre las dos pruebas, el público y los VIPS. Ni siquiera veo el aparcamiento de los autobuses, ni mucho menos puedo acercarme al de Garmin, en el que me esperaba una más que merecida Lefte que me había prometido el bueno de Luis Lamas y que me habría tomado en un par de tragos.

Pero mi Roubaix no los he echado en falta: con la experiencia de los juveniles he tenido más que suficiente para toda mi vida, aunque como ellos, estoy seguro de que volveré.

jueves, 10 de abril de 2014

Tarjeta amarilla y roja para los ciclistas… de cara a la galería


El presidente de la Federación Belga de Ciclismo, Tom Van Damme, anuncio ayer varias propuestas con el fin de minimizar el número de caídas en las carreras que, según su opinión se deben al comportamiento nervioso de los ciclistas. "Si los corredores fueran más disciplinados, habría menos accidentes", argumentó de una forma bastante simplistas ya que en un 99,99% las caídas en este deporte no son provocadas.

La más curiosa de las medidas apuntadas era el establecimiento de un sistema de tarjetas amarilla y roja como en el fútbol, con el fin de advertir o expulsar a aquellos ciclistas que su comportamiento puedan provocar esas soluciones peligrosas.

No deja de ser curioso que una persona a la que se le supone un conocimiento del reglamento bastante profundo haga esta propuesta… de cara a la galería, ya que el Reglamento del Deporte Ciclista contempla tanto las acciones antirreglamentarias como las sanciones, aunque sin tanto efectismo.

En el Título I, Organización General del Deporte Ciclista, en su Capítulo II, Pruebas, Sección 3, Desarrollo de las Pruebas, en su punto número 2, Conducta de los participantes en pruebas ciclistas, los artículos comprendidos entre el 1.2.079 y 1.2.083 hacen alusión al comportamiento en carrera, con especial énfasis a que “los corredores deben observar la mayor prudencia. Son responsables de los accidentes que causen”.

Además, el Título XII se refiere a las sanciones. Concretamente el artículo 12.1.040 en sus puntos 10 (sprints), 11 (empujón) y 12 (obstrucción) contempla las sanciones económicas, penalizaciones y otras acciones a tomar por parte de los Comisarios. 

La prohibición de los ‘pinganillos’ también figura entre las medidas propuestas… cuando es algo que ya está en vigor en la mayor parte de las pruebas del calendario, salvo las ProTour, y sobre cuya efectividad en estos u otros aspectos tengo bastante más que serias dudas. También habla de la prohibición de rodar fuera de las carreteras, lo que ha sido uno de los debates ciclistas más inútiles de principios de temporada. 

Finalmente el presidente de la Federación Belga hace mención a la reducción de corredores en las pruebas, algo que debería contemplarse no de forma absoluta sino en función del tipo de recorridos, aunque en este caso no vendría mal que se uniera este debate a la reducción de corredores… por equipo.

Una París-Roubaix de cine

A pesar de su épica, de su indudable plasticidad y de muchas otras características que podrían brindarle un lugar de privilegio en el mundo del celuloide, el ciclismo no ha terminado de establecer un idilio con el séptimo arte. Ni a través de sus grandes mitos, ni tampoco por sus escenarios, a pesar de algunas intentonas bastante bien estudiadas, pero incompletamente realizadas.

En este sentido, la París-Roubaix ocupa un lugar de privilegio desde 1976 cuando el cineasta danés Jorgen Leth filmó aquella edición, en un documental de 111 minutos que tituló ‘A Sunday in the Hell’, un domingo en el infierno, en una edición que no fue la mejor desde el punto de vista deportivo, ya que la lluvia y el barro dieron paso al sol y al polvo, y la victoria de un artista secundario como Marc De Meyer eclipsó a protagonistas pasados como Roger De Vlaeminck o el propio Eddy Merckx, o futuros como Francesco Moser.



Una veintena de años más tarde, en 2008, nos encontramos ‘Road to Roubaix’, de Dave Cooper y Dave Deal, mucho más contemporánea que la anterior, aunque solo sea por su dinamismo, por su estética… y por los protagonistas a los que vemos como Tom Boonen –que ganaría precisamente aquella edición- o Juan Antonio Flecha.

Por cierto, la película completa está actualmente en Youtube… aunque no sé si por mucho tiempo por aquello de los derechos.



Y es que en esta red es posible encontrar prácticamente todas las ediciones recientes completas del ‘Infierno del Norte’, incluso de 1936 he llegado a ver, un interesante resumen, aunque también hay otros reportajes o documentales que demuestren que la realidad puede superar a la ficción. Por ejemplo este ‘Paris-Roubaix, La legende’ o este otro, de Máxime  Boilon, sin olvidarnos de esta ‘slow motion’ en blanco y negro, digna también de la gran pantalla.