miércoles, 31 de julio de 2013

La bicicleta como excusa para diez años y treinta relatos

Que una editorial festeje su aniversario con una recopilación de relatos de algunos de sus autores no es una práctica extraña. Pero que elija un tema unitario como puede ser el logotipo de la editorial es algo verdaderamente novedoso… y muy de agradecer cuando dicho símbolo no es otro que la bicicleta.

Demipage celebra su décimo cumpleaños reuniendo treinta cuentos inéditos de otros tantos escritores en castellano –sonámbulos, en boca del editor-, precedidos de un sugerente prólogo de Eloy Tizón, con la bici como hilo justificativo de estas narraciones, si bien en algunos casos su aparición es secundaria o meramente testimonial.

Este tipo de recopilaciones siempre sirve para descubrir nuevos autores de los que sentirte prendado. No es el caso de Muñoz Molina, al que conozco tanto como admiro, con sus ‘Días de Amsterdam’, aunque sí de algunas brillantes narraciones como ‘Australia’, de José Ovejero; ‘El bicicielo’, de José María Merino; ‘Y sin ruedines’, de Guillermo Aguirre; ‘Algún día lloraré’, de Marta Sanz, o ‘La bajada del cuadro limpio’, de Juan Martínez Arribas.

Lamentablemente también te encuentras con otros escritores a los que no querrás volver a leer ni regalados, aunque esta catalogación particular os lo dejo al libre albedrío de cada uno de vosotros.

Eso sí, la apostilla final de Luis Eduardo Aute, de apenas 25 palabras, no me parece un microrrelato sino una auténtica burla, por otro lado nada infrecuente en este personaje, que no merece en ningún caso ser la guinda de esta compilación, ni la vela de la tarta del décimo aniversario de Demipage.

En todo caso, una entretenida lectura para estos días veraniegos.

lunes, 29 de julio de 2013

La ‘otra’ bajada del Alpe d’Huez: la Megavalanche

Alpe d’Huez, una de las subidas más legendarias de la Francia ciclista, y que tuvo este año por primera vez bajada en competición de carretera, también es conocido por otro mítico descenso, aunque en la especialidad del mountain bike, en lo que se puede considerar tanto descenso como enduro: la Megavalanche.

Una carrera espectacular, en todo el sentido de la palabra, que tuvo como triunfadores al mejor especialista mundial, Jerome Clementz, y a la mítica descender Anne-Caro Chausson… y una notable actuación de nuestro Iago Garay, flamante campeón de España sub23 de DH y una de las promesas a nivel mundial en este tipo de pruebas.

DirtTV: Megavalanche 2013 a Mountain Biking video by orpheusproductions

Por cierto, en España tendremos algo parecido –a menor escala, pero igualmente espectacular, con la última cita del Open de Enduro-Big Ride, en Manzaneda (Orense), que este año cumplirá su novena edición el 7 y 8 de septiembre.

lunes, 22 de julio de 2013

El otro dorsal 51

No voy a escribir da historia del mito del 51, de ese dorsal que llevaron en el primer Tour de Francia que ganaron ciclistas de la talla de Eddy Merckx, Luis Ocaña, Bernard Thevenet o Bernard Hinault. Y es que en todas las carreras (casi) siempre hay un dorsal 51, que es portado por corredores que pueden tener un papel principal pero también uno más secundario –sin premio-, pasar completamente desapercibidos… o incluso ser protagonistas por simple mala suerte.

Este fin de semana he estado menos pendiente del Tour que del Campeonato de España de mountain bike, celebrado por segundo año consecutivo en Panticosa, al menos en lo que se refiere al descenso. Y como en 2012, una notable organización del Club Ciclista Sabiñánigo, de Aramón Panticosa y de la propia localidad oscense, plenamente volcada con el evento. Y es que en este tipo de competiciones, la cantidad y la profesionalidad de los voluntarios es clave para la buena organización. Y en este caso, un ‘diez’ es poco.

Volviendo con el 51, el portador ayer del número mágico era Pol Romero. Casualidad o no, pero el dorsal correspondía al saliente campeón de España de descenso sub23 –una categoría que dejará de existir en esta disciplina en 2014, siguiendo la tendencia marcada por la UCI que no la reconoce-, y uno de los favoritos, es decir, una ocasión para seguir vinculando la cifra al mito. Pero no fue así.

El catalán estaba comenzando su primera bajada, con todas las ganas y el riesgo que toma quien aspira al máximo. Se le fue la bici en el primer salto… y sufrió una espectacular caída, que pude recoger en imágenes. El vuelo fuera de pista, la clavada de la rueda al aterrizar, la voltereta por encima de la bici, el golpe contra el duro suelo, los gestos de dolor en el costado y la sangre en la boca de Romero me impresionaron, aunque no parecía nada especialmente grave… salvo en que prefería estar tumbado en el suelo que coger la bici para continuar, en ese gesto reflejo que tienen todos los ciclistas. El ex campeón de España fue trasladado al hospital por simple precaución y en la mañana de hoy he podido hablar con él, sin nada roto, eso sí, magullado… pero con todas las ganas del mundo de recuperarse para poder estar el jueves en los entrenos de la Copa del Mundo de Vallnord.

Y es que si los ciclistas son de otra pasta, los ‘descenders’ son la máxima expresión. Y lleve o no el 51, Romero dará que hablar en esta disciplina, tan lejana, aparentemente, al Tour de Francia.

viernes, 19 de julio de 2013

Aunque no tenemos a Del Bosque, el ciclismo puede ser muy divertido

Cada vez que veo en televisión el anuncio del ‘Campus Vicente Del Bosque’, siento una tremenda envidia. Incluso rabia, lo reconozco. Y pienso que el ciclismo está perdiendo una gran oportunidad de presentar este deporte como algo divertido para los jóvenes, como una fórmula de ocio… que luego puede generar una práctica deportiva.

Y es que la iniciativa de un campamento para ciclistas –apoyado o no por la imagen de un gran ciclista, que en el fondo sólo sería un reclamo, como en este caso- no tiene nada que envidiar a la fórmula que presenta el seleccionador nacional. Más bien lo contrario. Y es que el fútbol sólo es una excusa, un hilo conductor para otras actividades deportivas o en la naturaleza. Eso sí, con la presencia del técnico salmantino una mañana o una tarde, para que nadie se sienta engañado.

La diferencia es que mientras que el fútbol se ve –por algunos padres ingenuos o interesados- como una promoción, el ciclismo se sigue percibiendo como un deporte peligroso, cuando no tiene por qué serlo en estos estadios de ocio. Y no hablo de lo que podría aportar en facetas como la seguridad vial. Pero posiblemente un chaval montado en bicicleta pueda ser tan feliz (o mucho más) que jugando un partido de fútbol. Y si encima compatibiliza ambos deportes, y añade otras actividades y juegos, la experiencia puede ser inolvidable. Ya tendrá tiempo para competir.

No hablo por hablar, sino por la experiencia como padre de haber tenido tres años a mis hijos como participantes en el Campus de cicloturismo de Béjar, de donde salieron francamente contentos. Este año no habrá cita en Llano Alto, pero sí que os recomiendo dos magníficas oportunidades para que disfruten con la bicicleta, una en Casas del Monte (Cáceres), más centrada en la carretera, y otra en Valgrande-Pajares (Asturias), orientada hacia el BTT, pero siempre como ocio. No tendrán el ‘gancho’ de un técnico campeón del mundo, pero sí el trabajo, la ilusión y la pasión de personas entregadas por nuestro deporte como Azucena, en el caso de la primera cita, y de José Enrique y Luis, en la segunda.

¡Aún estáis a tiempo para participar, pero ojalá tuviéramos más, y apadrinadas!

Foto. RFEC


domingo, 14 de julio de 2013

Firmas hacia un Tour de Francia femenino

La mejor corredora de todos los tiempos, Marianne Vos, y la campeona mundial Emma Pooley, son dos de las promotoras de una petición poco habitual en la plataforma reivindicativa www.change.org para que se cree un Tour de Francia femenino a partir de 2014.

Aunque he leído comentarios –que posiblemente ni se hayan leído la petición- que dicen que lo que quieren las féminas es correr como un equipo más el Tour, la demanda concreta incide en la creación de una prueba femenina paralela, los mismos días y en los mismos recorridos, aunque con modificaciones en salidas o llegadas para que las pruebas no se interfieran.

Desde mi punto de vista, es una petición absolutamente lógica –con algunos matices en cuanto a los recorridos-, pero que debería extenderse a todas y cada una de las grandes pruebas del calendario; es decir, las carreras del UCI World Tour deberían tener una versión masculina y una femenina, si es posible en el mismo día o, como mucho, en un mismo fin de semana, algo que la UCI tiene en estudio… aunque no sé si entre sus prioridades, y a lo que ya me refería hace algunos meses y que aún mejor reflejaba Dori Ruano en este mismo blog.

Quizás también fuera el momento para que los UCI World Tour contemplase que todos sus equipos tuvieran sus correspondientes escuadras filiales, entre ellas una femenina y, como me comentaban ayer, ¿por qué no pensar que en un futuro no muy lejano el ‘nueve’ de estos equipos pudiera contemplar la inclusión de una cuota femenina?

Aquí tenéis la petición, que, en el momento de redactor esta información solamente había alcanzado 11.700 firmas.

jueves, 11 de julio de 2013

El verdadero aniversario del Pedro Herrero: quinto año de su desaparición


El próximo domingo 14 de julio se celebrará en Moralzarzal (Madrid) la V Marcha Cicloturista Pedro Herrero. Sin embargo, por aquello de la promoción y del marketing, se está vendiendo el evento, desde la propia organización, como las bodas de oro de la que un día fue una de las carreras más importantes del campo aficionado y que desapareció en 2008 cuando estaba integrada en la Copa del Porvenir. Como otras tantas carreras, demasiado gasto, cuando existen alternativas mucho menos gravosas –incluso con superávit- como pueden ser las pruebas cicloturistas. Y que se encima se venden muy bien por aquello del ‘deporte popular’.

Sea como fuere, me duele, y mucho, ver convertida una de las pruebas históricas del pelotón nacional en una cicloturista más, otra de las marchas madrileñas que recurre a los puertos tradicionales de la Sierra del Guadarrama como principal (y único) atractivo. Y me duele más aún porque es una carrera con la que he tenido un contacto muy directo en varias fases de su existencia.


Nacida en 1963, en honor de Pedro Herrero –por entonces vicepresidente de la Federación Española y que veraneaba en Moralzarzal-, por las calles de esta población serrana pasaron –y ganaron- algunos de los mejores aficionados en las décadas de los sesenta y setenta, como Agustín Tamames, Andrés Oliva, José Luis Viejo, Enrique Martínez Heredia o Bernardo Alfonsel.

Descubrí la prueba en 1979, en el primer año que pasé en Moralzarzal, población para la que ese primer jueves de agosto de cada año era un día de fiesta, con ‘las carreras’, como se llamaba popularmente al Trofeo, cuando el ciclismo se vivía como un evento popular no como un estorbo. No obstante, mi mejor recuerdo es que mis primeras líneas publicadas sobre ciclismo tuvieron como ‘tema’ la edición de 1984, que ganó un desconocido chileno –Hernán Bretti- que no haría carrera en nuestro país. Desgraciadamente no conservo dichos recortes.

La organización corría a cargo del Club Ciclista Chamartín, que cedió los bártulos tiempo después a la villalbina Peña Ciclista Hijos de Víctor Gil, que se encontró en los noventa con una carrera que perdía parte de su esplendor, aunque en su palmarés aparecieran nombres como Igor González de Galdeano (1994) o Francisco Mancebo (1997).

Mi segundo acercamiento a la prueba tuvo lugar a finales de 2002 cuando ‘convencí’ a los organizadores de que inscribieran la prueba en la Copa de España del Porvenir del siguiente año. Fue un renacimiento momentáneo, con algunos momentos para recordar como el doblete del Wurth-Liberty en 2004, o el espectacular triunfo de Rubén Martínez en 2006. Desgraciadamente no duró mucho y la edición de 2008, con victoria del valenciano Andrés Vigil, fue la última celebrada.

Por eso, por mucho que se quiera ‘asociar’ ambas pruebas para festejar el cincuentenario, para mí no deja de ser simplemente el quinto aniversario de la desaparición de una gran carrera. Y eso no es precisamente motivo de celebración.

lunes, 8 de julio de 2013

Un día en las carreras, de BMX

A pesar de la fuerte competencia que suponía ver cómodamente por televisión las etapas pirenaicas del Tour de Francia –que no decepcionaron, precisamente-, de trasladarme hasta León a seguir la evolución de los más jóvenes ruteros en el Nacional escolar, o de desplazarme unos pocos kilómetros para seguir la que sería sobresaliente actuación de la selección en la Vuelta a Madrid, el fin de semana lo dedique a seguir ‘in situ’ los Campeonatos de España de BMX, en la que es la tierra prometida de esta disciplina, Alicante, concretamente en San Vicente del Raspeig. Y no me arrepiento.

El BMX es una disciplina curiosa, una de las ‘marías’ del ciclismo cuando comencé a dedicarme a este deporte hace ya algunos lustros, junto con el entonces denominado trialsín, aunque éste podía presumir de primera potencia mundial. El bicicross, sin embargo, fue premiado con la lotería con su elección como deporte olímpico desde Pekín 2008. Y sin duda fueron muchos los aficionados a nuestro deporte que jamás habían visto una competición de BMX pero que vibraron con el espectacular desarrollo de esta disciplina en Londres 2012. Pero eso fueron sólo un par de días antes de volver a caer en el olvido. El gordo no fue siquiera una pedrea.

La realidad del BMX, al menos en España, es muy distinta a esa que podría imaginarse con esa etiqueta olímpica ya que su estructura –por razones que no vienen al caso- se ha quedado estancada y ceñida a muy pocos puntos de la geografía española: Alicante, Talavera de la Reina, Almuñecar, Badajoz, Zaragoza, Terrassa, Mataró… y algunos pocos más (y que nadie se me ofenda si no le he mencionado).

Sin embargo, esta disciplina tiene algo especial, ya que en un solo evento podemos ver competir hasta chavales que se inician con 5 y 6 años, hasta ilustres veteranos que no se resisten a colgar la bicicleta, y que compiten con casi cincuenta ‘tacos’. Padres e hijos se juntan en unos programas quizás demasiado amplios para los espectadores no implicados, pero en los que podemos ver a esas futuras promesas, junto a las estrellas del presente y a esos expertos que sirven de guía, de orientación y de enseñanza, aunque como en todos los lados, esta influencia –mal canalizada- puede tener un componente negativo en un deporte que, según me contaban, echa en falta a técnicos cualificados en las diferentes escalas de la formación de los pilotos.

En todo caso, no deja de ser curioso que Cyrille Guimard, en su libro ‘Metido en carrera’, recomiende a los jóvenes que se inicien mejor en una escuela de BTT o de BMX –no muy numerosas, desgraciadamente, como decíamos-, que en una de carretera. No hace falta recordar lo que me decían hace un año algunos reputados ‘descenders’ sobre la conveniencia de que los ‘ruteros’ fueran más polifacéticos en su práctica ciclista, o incluso la procedencia de las pistas del BMX de algunos de los grandes campeones del ciclocross, como Sven Nys  y Zdenek Stybar, o un tal Chris Hoy, el mejor ‘pistard’ de la historia.

Y aunque la UCI apuesta por el formato Supercross en su Copa del Mundo, por su mayor espectacularidad, y ceñido exclusivamente a las categorías punteras, mantiene en el Mundial la fórmula tradicional, con el Campeonato oficial para élites y juniors, pero con la Challenge como complemento para las categorías de mayor y menor edad, y para el ‘cruiser’. Incluso el Campeonato de Europa se disputa con esta misma fórmula, aunque no en una sola ubicación, sino con seis sedes dobles que realizan pruebas para todas las categorías sábado y domingo.

¿Y que es eso del ‘cruiser’?, Pues una bicicleta de BTT, a grandes rasgos, menos nerviosa y más manejable que la BMX, que sirve para que puedan competir todos aquellos ‘mayores’ que aún desean seguir corriendo sin demasiados riesgos, pero también como segunda oportunidad para sumar un título para los pilotos de las principales categorías.

Básicamente esto fue lo que viví durante los dos días en San Vicente, el primero con una agradable brisa y el segundo con un calor intenso pero no demasiado pegajoso pese a estar tan cerca del mar. Un programa muy amplio en el que sólo eché en falta una mayor información por megafonía del desarrollo de las pruebas, ya que para un profano podía ser muy complicado el seguimiento, así como de los resultados, que tampoco se anunciaban. Incluso el tema de asignación de dorsales –que no viene al caso explicar- debería ser revisado, ya que genera bastante confusión: hoy me volvía loco a la hora de identificar a los corredores por el dorsal –muchos repetidos- en las fotos que tomé.

En cambio, el caótico desarrollo de la ceremonia protocolaria es algo tan habitual en tantas disciplinas ciclistas que no podemos considerarlo propio de este evento… salvo en esa extraña costumbre de posar con cuatro o cinco maillots distintos como agradecimiento a todos los patrocinadores..

Por lo demás, fue una experiencia digna de repetir, con algunos grandes momentos deportivos y extradeportivos –creo que es el único ciclismo en el que una madre puede consolar a su hijo por una mala actuación… cogiéndole en brazos-, un puñado de charlas e intercambios verdaderamente interesantes con gente que ama el BMX, y la alegría que supone ver en una sola categoría –la de 9 y 10 años- a más de cuarenta chavales en liza por un maillot, demostrando que hay futuro.

miércoles, 3 de julio de 2013

¿Por qué el Orica resulta tan simpático como antipático el Sky?


No deja de ser curioso que toda la antipatía que despierta el Team Sky se traduce en simpatía unánime cuando se habla del Orica GreenEdge, el equipo más mediático del presente Tour de Francia y por tres hechos muy distintos: el ‘bouchon’ provocado por el autobús del equipo el primer día –y que se tradujo en poner a caldo a los gabachos, nunca a los ‘aussies’-, el estreno en el Tour a cargo de Gerrans –precisamente por delante de un Sagan que tampoco cuenta con muchos adeptos por sus manifestaciones extradeportivas-, y la victoria en la crono por equipos de ayer, lo que supuso no tener que escribir del odiado Sky.

Los dos equipos son representantes de la mundialización del ciclismo, de los proyectos de dos personas que un día quisieron formar un equipo nacional para agrupar a los mejores corredores de sus naciones en un éxodo histórico, dispersos entre los equipos europeos. La única diferencia es que mientras que Dave Brailsford se apuntó unos objetivos a medio plazo que ya ha cumplido a base de rigor, Gerry Ryan va sin prisa pero sin pausa… aunque ya he leído por ahí que pretende a Richie Porte como la guinda de su proyecto para acceder a las más altas cotas, aunque de momento tendrá que esperar. Eso sí trabajando, como el Sky, con algunos jóvenes que han salido de la pista, como es el caso de los hermanos Meyer, Luke Durbridge o Michael Hepburn, a la espera de su transformación en ruteros completos. ¿Cómo un tal Wiggo?

He leído en estas horas que esa camaradería y buen ambiente y ese espíritu de equipo –plasmado en una excelente utilización de las redes sociales y especialmente de YouTube, con ese histórico Call Me Maybe- es algo fundamental en la buena imagen de los ‘aussies’, por otro lado un pueblo mucho más abierto que los ‘pommies’. Incluso la recuperación de Matt White tras el informe de la USADA no ha tenido demasiada oposición, quizás por la presencia como abanderado del polifacético y políglota ‘Cocodrilo Dundee’ Neil Stephens.



Soy el primero que me alegro de los éxitos del Orica –no en vano, mi vinculación con Australia está muy clara desde el mismo nombre de este blog-. Pero sigo sin comprender por qué unos nacen con estrella y otros, estrellados.

martes, 2 de julio de 2013

El primer ‘Escarabajo de la montaña’


Tras la consagración en el pasado Giro de Italia de los Rigoberto Urán, Carlos Alberto Betancur o Sergio Luis Henao, y a la espera de lo que pueda hacer el debutante Nairo Quintana –sin exigencias en el presente Tour-, y con un buen número de prometedores corredores en otras escuadras, Colombia es uno de los focos de interés del ciclismo actual, con esa generación que ojalá coja el testigo de los Lucho Herrera, Fabio Parra, Martín Ramírez o Pacho Rodríguez, que tantos días de gloria dieron a nuestro deporte en los ochenta, lamentablemente sin continuidad.
Sin embargo, el ciclismo colombiano tiene muchos más precursores exitosos. Y no me refiero al legendario Martín ‘Cochise’ Rodríguez, el primero que recaló en la vieja Europa –sin mucho éxito, por cierto-, sino a un ‘pedalista’ del que apenas conocía nada, y al que he encontrado casi por casualidad, que responde al nombre de Ramón Hoyos, conocido cariñosamente en su tierra como Don Ramón de Marinilla, la primera gran figura del ciclismo colombiano, ganador cinco veces de la gran ronda de su país de 1953 a 156 y en 1958, y hoy ya octogenario.
A raíz de sus triunfos fue plasmado en una de las obras de pintor y escultor colombiano Fernando Botero, llamada Apoteosis de Ramón Hoyos, así como una pieza musical de Los Trovadores del Recuerdo.
Y no hace falta ni que decir que el apodo por el que fue conocido, ‘El escarabajo de la montaña’, ha servido para dar nombre a todos los ciclistas de aquella nacionalidad.