domingo, 16 de diciembre de 2012

La sangre de los inocentes


Con la mente todavía embotada sin poder asimilar la trágica noticia, y buscando datos para esa reseña que jamás hubiera querido escribir, descubro en su página web que ‘La sangre de los inocentes’ era uno de sus libros favoritos. ¡Que cruel ironía del destino de uno de los grandes de la historia del BTT español, pero sin duda un ciclista marcado por la mala suerte.

Con la herencia de la clase de su tío Marino y el pundonor de su padre, Ismael, estaba claro que Iñaki tenía que ser ciclista (*). Y de los buenos. Y aunque era un notable ‘biker’ como cadete y juvenil, le conocí como ‘carretero’, cuando obtuvo la medalla de bronce en el Campeonato de España contrarreloj de Murcia 2000, y volví a coincidir en el Mundial de Lisboa 2001, en el que participó en la prueba contra el crono.

Pero ya estaba decantado claramente hacia la BTT: en esos meses ya había logrado dos ‘arco iris’ como juvenil: el primero en el ‘team relay’ de Sierra Nevada, junto a Roberto Lezaun, José Antonio Hermida y Marga Fullana; el segundo de forma individual, en Vail (Estados Unidos), uno de sus circuitos favoritos, en los días posteriores al desastre del 11-S.

La carretera quedaba descartada, salvo como forma de entrenamiento ante las grandes citas… y para desgraciados episodios como el de hoy, que ya no tienen vuelta atrás.

Sin embargo, jamás pudo volver a alcanzar sus éxitos de juvenil, ni en sub23 ni como élite, por culpa de diversas lesiones y enfermedades, que en su carácter –reservado pero sincero- jamás quiso poner como excusa, dando lugar incluso a algún malentendido.  A nivel nacional se estrelló en su asalto al ‘rojigualdo’, aunque podría haber podido presumir de seis podios en estas dos categorías; a nivel internacional recuerdo esa amarga ‘medalla de chocolate’ del Mundial de Les Gets, pero también ese excelente octavo lugar del Mundial de Val di Sole que le volvió a poner por el buen camino, ratificándolo dos meses más tarde en los JJ.OO de Pekín, con el diploma olímpico.

No pudo repetir en Londres por esa lesión, pero estaba seguro que sería protagonista en Río de Janeiro, dentro de cuatro años, aunque este desgraciado 2012 aún le depararía otra mala noticia, en forma de la desaparición de su equipo de toda la vida Orbea, el tema de nuestra última conversación tuitera.

Desgraciadamente aún faltaba la peor, la que ni podíamos imaginar, la que llegaba en la mañana de hoy. Nos has dejado muy pronto, Iñaki, pero tu gran recuerdo estará siempre con nosotros.

(*) No me olvido de una tercera influencia, posiblemente mucho más decisiva, la de su pareja y entrenadora, Naiara, que siempre estuvo a su lado, ayudando a la persona, modelando al campeón. ¡Un fuerte abrazo!

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